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A propósito de las respuestas económicas a la crisis sanitaria por el coronavirus

La crisis sanitaria actual provocada en todo el mundo por la expansión del coronavirus causante del Covid-19 no es solo un desafío para la supervivencia inmediata de las personas, sino que implica enormes retos para mantener las condiciones y calidad de vida de la población en el mediano y largo plazo. Las condiciones de la pandemia y las características de su propagación hacen que sea necesario implementar medidas de aislamiento social permanente, para evitar que los casos que se complican saturen el sistema de salud colombiano, como ya ha venido ocurriendo en países como Italia y España. 

No hay que ser un experto en la materia, para saber que este aislamiento permanente no es sostenible en el tiempo y que el impacto que tiene sobre la economía puede generar consecuencias devastadoras para la mayoría de hogares colombianos, y principalmente, para aquellos que viven de la actividad económica informal, que como bien han dicho expertos en una reciente reunión convocada por Fedesarrollo, es principalmente una economía de contacto, en dónde la proximidad y las multitudes son el medio del intercambio y la fuente de los ingresos de subsistencia. 

Las consecuencias económicas derivadas de la crisis no se han hecho esperar, y Colombia, en este caso, no es una excepción. Por lo cual la definición de medidas que protejan a la población y permitan la recuperación económica rápidamente son de una naturaleza imperativa, y aunque es evidente, que la prioridad actual debe ser la prevención, la detección, el control, el tratamiento y la contención del virus; también lo debe ser cuidar a la población económicamente más vulnerable y al tejido empresarial más débil durante la emergencia, que se extenderá durante varios meses. 

Estás medidas deben ir más allá de los tradicionales instrumentos de política macroeconómica, e incluir entre otras, alivios tributarios y transferencias directas a personas y empresas; subsidios al pago de nóminas en los sectores que más lo necesiten y la implementación de planes de continuidad de la operación, que garanticen que los servicios institucionales del Estado estarán disponibles durante la crisis. 

Por lo pronto, parece ser un acierto garantizar la liquidez y ofrecer garantías cambiarías a las empresas, tal y como lo está haciendo el Banco de la República, así como buscar fuentes de recursos para poner a disposición de gobernadores y alcaldes, como lo está proponiendo el gobierno nacional, al señalar recursos del fondo de estabilización de combustibles y recursos de ciencia y tecnología que por barreras administrativas y de conocimiento se acumulan sin generar el valor social debido (sin duda, una reflexión pendiente por parte de las Universidades). También lo sería flexibilizar la regla fiscal, con el objetivo de que haya una mayor capacidad de acción, lo cual de seguro se requerirá. 

De esta forma, también son acertadas las medidas focalizadas para los sectores de la población más vulnerable que se han venido anunciando, como lo son incrementos de las transferencias directas a través de los programas sociales del Estado: Colombia mayor, familias en acción y jóvenes en acción. No todos contamos con la misma dotación para superar las presiones reales que para la supervivencia pone esta crisis sobre nosotros, por lo cual, la intervención estatal está más que justificada para garantizar las condiciones que hagan falta para preservar la vida. 

Sin embargo, no solo los más pobres de los pobres están en riesgo. Familias que tienen acceso a ingresos y empleos formales o informales pero distintos al rebusque, que hacen parte de la clase media en consolidación también lo están, por lo cual, en esta coyuntura deberían acceder a medidas económicas que garanticen la continuidad de sus ingresos y empleos. Por lo mismo, tan importante como apoyar mediante transferencias directas a la población más vulnerable, lo es apoyar directamente a sectores empresariales PYMEs. Algunas medidas concretas que podrían implementarse son, entre otras: 

1. Consolidar un censo PYMEs 
2. Promover el pago inmediato de facturas PYMEs entre sus grandes clientes 
3. Congelación de pagos de créditos durante un periodo razonable 
4. Dotación gratuita de equipos de protección personal contra el SARS-CoV-2 (el virus causante del Covid-19) requeridos para su operación 
5. Subsidiar parcialmente el pago de la nómina (tal como lo ha hecho Dinamarca) 
6. Posponer y/o realizar devolución de cobros de impuesto predial, de impuestos de vehículos usados en la operación, de impuestos de industria y comercio, y de registros mercantiles 
7. Acompañamiento permanentemente durante la crisis 

Así mismo, dado que algunos esperan obtener réditos políticos sobre sus posturas y mano firme demostrada en la administración de la crisis, es necesario evaluar con criterio las decisiones que toman las administraciones públicas. Pretender crear una falsa dicotomía entre la economía y la salud de la población es cuando menos, irresponsable, cuando son precisamente los ingresos que se derivan de la actividad económica los que permiten a la población satisfacer sus necesidades, entre ellas, la nutrición y atención básica en salud. 

No está demás, valorar y realizar un reconocimiento a algunas grandes empresas que han dado muestras de entender el momento, y así, han buscado desde la oferta gratuita de sus servicios, la flexibilización de las obligaciones de sus clientes y/o las donaciones; realizar contribuciones en este momento difícil. Sin embargo, dichos aportes, por importantes que sean, a la larga son pequeños e insostenibles frente a las enormes necesidades; por lo que encontrar una forma de reactivar la economía después de las medidas de aislamiento permanente recientemente decretadas y bajo el entendimiento de que será necesario convivir varios meses con el virus, es fundamental. 

La realidad es que pasado el 13 de abril, fecha en la que se terminará la cuarentena obligatoria decretada por el gobierno nacional, las autoridades se verán en la necesidad de decidir como continuar, y si bien, muy probablemente será prudente extender la medida de aislamiento algunas semanas más, lo cierto es que se deberá encontrar una manera de volver de forma segura a la "normalidad" económica, hasta que se cuente con una solución definitiva para el virus, la cual según los expertos se obtendrá una vez exista una vacuna efectiva disponible para todos, en donde las estimaciones más optimistas indican que esto será posible en un periodo de entre 8 y 12 meses. 

Desde luego, aunque este panorama y las circunstancias no son las más alentadoras, no está demás valorar también la oportunidad que la vulnerabilidad a la que nos expone esta crisis nos ofrece; recordar nuevamente la fragilidad humana y llevarnos a pensar de manera recurrente en lo fundamental y en lo que queremos. Esta es una ocasión, que permite hacer una pausa en el ritmo frenético y automático con el que se conduce la vida e implementar cambios que nos acerquen a los justos medios. No son pocas las tensiones que rodean está crisis de humanidad, como tampoco lo son, nuestra resiliencia, solidaridad y capacidad para innovar.

*Esta reflexión fue publicada originalmente el 26 de marzo de 2020 en la sección de opinión de UdeA Noticias

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