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A propósito de la Movilidad y Las Empresas: Una Reflexión sobre la Movilidad Sostenible

El asunto de la movilidad en las ciudades se ha constituido en una de las grandes preocupaciones de las administraciones municipales durante los últimos años, no obstante hasta hace poco sus altos impactos sobre el  medio ambiente y la calidad de vida de los pobladores de una determinada zona han despertado el interés de la comunidad y la ciudadanía en general en la participación en los procesos de formulación de soluciones que permitan manejarlos de una manera adecuada. Un análisis simple de los principales inductores del desplazamiento al interior de un territorio revela que la necesidad de asistir a los centros de trabajo, como medio indispensable para subsistencia, se constituye en la principal generadora de procesos de movilidad en el ámbito intraurbano. Es así como los modelos actuales de producción y de relacionamiento laboral que obligan a los trabajadores a cumplir con estrictos horarios en sus sedes de trabajo gestan los principales problemas que afectan la competitividad y el progreso de las ciudades, incentivan la contaminación y el gasto energético a base de combustibles no renovables, con los que se alimentan la mayoría de los medios de transporte, comprometiendo el desarrollo sostenible de las comunidades.

Es claro que no es posible y mucho menos coherente pensar en la restricción de los desplazamientos como una solución, pues son estos tipos de articulaciones entre los seres humanos y los recursos los que precisamente permiten la creación de valor social y bienestar; sin embargo el desconocimiento de la huella que cada sujeto deja al transportarse de un punto a otro y la cotidianidad intrínseca al acto mismo, representan factores de agravación de la problemática. Los esquemas y referentes  de consumo privilegian valores como el confort y la imagen sobre la conciencia ambiental y la sustentabilidad, los mismos que conllevan a la masificación del uso de vehículos particulares para satisfacer las necesidades de transporte, situación que eleva significativamente el impacto ambiental de movilidad en las ciudades. Ahora si bien es cierta la correlación positiva existente entre el número de desplazamientos y las afectaciones ambientales y los problemas sociales antes descritos, existen acciones que pueden atenuarlos y favorecer mejores prácticas para abordar el asunto.

La primera de estas acciones es el reconocimiento de que la movilidad es un asunto social que exige la participación de los diferentes actores de la comunidad para atenderlo, es social porque desborda los límites de lo técnico y tecnológico, soluciones o propuestas como la ampliación de la malla vial, la conversión del parque automotor al funcionamiento basado en energías limpias o renovables, o la construcción de grandes sistemas de transporte público no son suficientes, sin un compromiso directo de la sociedad para modificar las lógicas actuales de relacionamiento e intervención de los espacios difícilmente podrá lograrse la sustentabilidad modal del transporte y de la vida urbana en general. 

Es por esto que la formulación de iniciativas públicas, privadas y particulares es indispensable, como ya se había observado, los grandes inductores del transporte son los centros de trabajo, las actividades empresariales inducen la movilización o movilizan directamente enormes cantidades de personas, recursos y productos al año. No por esto, evidentemente, puede asignárseles una responsabilidad exclusiva frente a los problemas de la movilidad en la ciudad. Lo que no implica que su papel en la solución, mediante la definición de políticas internas y el emprendimiento de acciones y planes que la reconozcan no sea considerablemente un gran aporte para la solución de estas situaciones problemáticas. La influencia que ejercen las empresas sobre un significativo número de personas sumada a sus capacidades de organización, planeación y gestión, les permite configurarse como un poderoso grupo promotor de comportamientos sociales; una muestra de esto es el caso de los impactos generados por las estrategias empresariales de desarrollo de climas organizacionales, que potencializan competencias y habilidades en los trabajadores que redundan en el mejoramiento de su calidad de vida y la productividad de los negocios.

Habitar e interactuar en un espacio comunitario es algo mucho más complejo de lo que se cree; exige un compromiso decidido por los hechos responsables, solo así, actuando deliberadamente de la manera más justa posible tiene sentido y cobra valor la intervención que realizamos sobre el mundo.

Concebir el asunto de la movilidad como parte del aprovechamiento sustentable del territorio, y por ende como extensión de la responsabilidad empresarial, permite alinear acciones y concentrar esfuerzos tendientes al tratamiento de sus impactos. Son los modelos y los esquemas mentales popularizados los que configuran la dinámica social, y  son estos lo que deben afectarse para direccionar a la sociedad a estadios superiores en términos de bienestar y convivencia. En el momento que se generalice dicha concepción es muy posible que se alcancen avances importantes en la solución de los problemas de la vida urbana. 

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