Archive for marzo 2017

A propósito del mito fundacional y el desarrollo organizacional

"A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: La juzgo tan eterna como el agua y el aire". Fundación mítica de Buenos Aires. JLB.

Recientemente descubrí la polémica que existe al rededor del poema; cuyo fragmento inicial da origen al título del libro que Héctor Abad Faciolince escribió sobre su padre, El olvido que seremos que fue encontrado transcrito a mano en el saco que llevaba puesto Héctor Abad Gómez al momento de su muerte y que se convirtió en epitafio de su tumba. El texto cuya belleza no es puesta en duda, y que desde luego está a la altura del maestro, es considerado un apócrifo atribuido a Borges y no se encuentra en los volúmenes que recopilan su obra completa.

Sin importar quien sea su autor -numerosas y eruditas epístolas cargadas de insultos líricos y refinados se han escrito al respecto-, dos cosas hacen al poema indispensable, más allá del encanto de sus rimas. Su presunto autor y su fatídica y perentoria ubicación. Y a pesar de que han sido puestas en duda, la sola idea de su posibilidad lo eleva por curiosidad humana al mundo de lo fantástico.

El poema, sin necesidad de ser nombrado, gracias a la trama que lo acompaña se ofrece interesante y lleno de valor. Su origen y su última locación –ahora llenos de incertidumbre–, míticos por así decirlo, atrapan sin esfuerzo a sus futuros lectores.
Siendo este, un ejemplo simple de la motivación para la acción que provee una historia.

La palabra griega αἴτιον (aition), cuyo significado es "causa", puede utilizarse para denotar el concepto de mito fundacional, una explicación heroica o sobrenatural del origen de una cosa, lucha o propósito que como composición literaria engloba los conceptos que los hombres atribuyen o quieren atribuir en su orden, al mundo fáctico que transforman.

El mito fundacional es propio de todo lo que hacemos, como ungüento; justifica, motiva y aprueba los actos que realizamos, sirviendo cual torre medieval, como escudo y como espada. Las organizaciones no son ajenas a ellos. Los estados los han usado siempre, desde Rómulo y Remo hasta el heroísmo independentista motivado por el exceso de tiranos, para todo tipo de extremos maniqueos.

En el ámbito organizacional moderno, la empresa privada de nuestro tiempo, el mito fundacional no es menos importante, aunque sí con frecuencia omitido. La ficción del recurso material como causa y fin de la satisfacción humana, impulsada por la figuración del homo economicus como modelo predominante de la escuela económica neoclásica, se desvanece frente a la realidad de la racionalidad limitada y la elevación de los estándares básicos de vida al rededor del mundo, con lo cual cada vez más personas inician la búsqueda de la felicidad como propósito de vida.

Así, la necesidad de realización personal encuentra en los mitos fundacionales modernos y en el desarrollo de las actividades de las organizaciones que conformamos, una manera de ser satisfecha al menos parcialmente. Lo interesante del asunto, es que los mitos fundadores son inacabados y al igual que todos los hechos de la historia mutables y sujetos de interpretación. Objetos maleables y adjudicatarios de sentido.

Actualmente las organizaciones con altos estándares éticos y fines superiores, impulsan la creación de valor más allá de los rendimientos financieros para sus accionistas o el crecimiento económico. Los aportes al desarrollo social y medioambiental pasado, presente y futuro, expanden el influjo de la organización y vinculan emocionalmente a las personas que la conforman con su operación, promoviendo el crecimiento continuo de la empresa como reflejo del crecimiento coordinado individual y la consolidación de una visión fuerte que expande, complementa o crea la imagen de aporte superior a la vida en comunidad.

Luego, la existencia del mito fundacional o la creación del mismo, permite la consolidación de estrategias de desarrollo organizacional sustentables y coherentes, que compartidas y accionadas, generan el cambio deseado y contribuyen a lograr los objetivos misionales. La aplicación de modelos de diseño organizacional, entonces, además de la tradicional visión inspiradora, deben contemplar el misticismo y el respeto por fines superiores como base para actuar. Casos como los de Odebrecht, nos recuerdan a diario la relevancia de los principios y las consecuencias de omitirlos.

En conclusión, las organizaciones actuales, como parte de su estrategia de desarrollo deben incluir el cuidado de su historia y su construcción futura a través del ahora, como actividades creadoras de sentido, y proveedoras de oportunidades para la satisfacción social y escenarios para la realización personal de sus miembros. El mito fundacional adecuado y su constante validación propician el refuerzo de ciclos de inercia positiva que apalancan el desarrollo de la organización.

*Esta reflexión fue publicada originalmente el 13 de marzo de 2017 en UdeA Noticias

Posted in , , | Leave a comment
Con la tecnología de Blogger.

Search

Swedish Greys - a WordPress theme from Nordic Themepark. Converted by LiteThemes.com.