¿Qué exporta Antioquia y qué dice del desarrollo de nuestro departamento?
By Antonio Hoyos Chaverra - octubre 17, 2025
Antioquia es el departamento que más exporta en Colombia. En 2024, sus ventas externas alcanzaron USD 8.798 millones, equivalentes al 17,7 % de las exportaciones nacionales. Su canasta exportadora sigue dominada por el oro (41 %), el café (11 %) y el banano (9 %), productos que reflejan tanto su riqueza natural como su rezago en diversificación industrial. Estas cifras no incluyen las exportaciones de talento ni el PIB generado por capital antioqueño en otros países. Sin embargo, más allá de sus limitaciones, el valor de las exportaciones y su composición ofrece una buena aproximación del grado de madurez productiva de la región.
A pesar de su tradición industrial, el Índice de Internacionalización Departamental del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo ubica a Antioquia en el puesto 5 del país, con un puntaje de 4,2 sobre 10, una caída frente al año anterior. En la medición de internalización empresarial de Proantioquia (2022), con una muestra representativa de 228 empresas, la región obtuvo apenas 12,4 puntos de 100 posibles, con la mitad de ellas con puntajes por debajo de 10,8 y solo el 4,5% por encima de 30. Lo que evidencia que la internacionalización de la industria de la región sigue siendo baja
Que las exportaciones continúen concentradas en oro, banano y café es evidencia de al menos dos cosas: que Antioquia sigue siendo una región privilegiada en recursos naturales, y que hemos fracasado en la tarea de sofisticar y diversificar nuestra economía. Algo necesario para generar y distribuir riqueza entre la población y elevar el nivel de competitividad de la región. Según el índice de internacionalización departamental, Antioquia obtiene solo 1,52 puntos sobre 10 en exportaciones sofisticadas (puesto 8 nacional) y el puesto 26 en aprovechamiento de acuerdos comerciales entre los 33 departamentos, lo que revela un rezago estructural en su capacidad para escalar en las cadenas globales de alto valor.
El desarrollo de Antioquia es el desarrollo de todas sus regiones. A pesar de que el departamento cuenta con nueve subregiones con un amplio potencial y recursos naturales para apalancarse, Medellín y su área metropolitana concentran cerca del 60 % de la población y casi el 90 % de las empresas activas. Esta concentración es, a la vez, causa y consecuencia de una profunda inequidad territorial. Antioquia necesita un modelo de desarrollo multipolar, donde territorios como Urabá, el Suroeste y el Bajo Cauca aprovechen su vocación agrícola, logística o energética, con incorporación de tecnologías de la cuarta revolución industrial.
El renovado interés en el Urabá, despertado durante la última década por la construcción de Puerto Antioquia es una apuesta en la dirección correcta. Esta subregión ha recibido inversiones importantes en educación, salud e infraestructura, promovidas por el gobierno departamental, las universidades y el sector privado, que rompen el paradigma de que para “progresar” hay que migrar a la gran ciudad. Alinear en las otras subregiones la regionalización de la Universidad de Antioquia, la estrategia de clústeres de la Cámara de Comercio y los programas de bilingüismo; con la estrategia de internacionalización y exportación del departamento sería un paso decisivo para traducir la competitividad en oportunidades reales para más personas.
En materia social, los desafíos no son menores. A pesar de los avances, el 24,7% de los antioqueños aún vive en pobreza monetaria, con una marcada brecha en lo rural: el 81% de los trabajadores rurales son informales y el 66% de quienes viven por fuera del Valle de Aburrá presentan bajo logro educativo. Lo que muestra que a pesar de que Antioquia está en los primeros lugares del país en competitividad, no ha logrado traducir ese liderazgo en equidad territorial.
Estar entre los mejores del país no es suficiente, ni puede convertirse en una excusa tranquilizadora. Antioquia necesita generar una ruta de trabajo ambiciosa, con grandes apuestas de industrialización y alta tecnología; a la par de trabajar en cerrar las brechas de equidad. Ser una región competitiva implica no solo producir más, sino producir distinto, conectando la innovación con la inclusión y el desarrollo sostenible de todos sus territorios.
Como escribió Russell Ackoff, “el verdadero desarrollo es siempre autodesarrollo”, y este ocurre cuando todos encuentran las condiciones para alcanzarlo. Lo que es, quizá, el desafío más grande de Antioquia: convertir su potencia económica en bienestar compartido.
Esta columna fue publicada originalmente en La Silla Vacía el día 17 de octubre de 2025

0 comments